En la entrada de hoy vamos a abordar una de las facetas más desconocidas de Alejandro VI, escondida y ocultada detrás de todas las mentiras, pero también verdades, que a lo largo de la Historia se han ido contando acerca de él y su familia en temas de corrupción, nepotismo, escándalo... Un lado de Rodrigo Borgia sobre el que se ha escrito menos pero que también resulta esencial para conocer y entender quién fue y qué significó Alejandro VI para su época: su faceta de mecenas y constructor en la Ciudad Eterna. Haremos pues un breve recorrido por los principales espacios y edificaciones que Alejandro VI patrocinó, construyó o renovó.
En primer lugar, debemos destacar las reformas que comenzó Alejandro VI en el Vaticano, planeadas minuciosamente incluso antes de ser elegido Papa, de forma que a la altura de 1498, solo seis años después de ascender al trono de Pedro, su programa de construcciones, reformas y obras plásticas estaba concluido. Destaca en este sentido el castillo de Sant'Angelo, conservado hoy día prácticamente en la forma que le dio Alejandro VI, que realizó una intensa serie de reformas y ampliaciones para convertirlo en lo que hoy es uno de los grandes símbolos de la ciudad de Roma. Asimismo, el viejo palacio del Vaticano se convertiría tras las reformas emprendidas por Rodrigo Borgia en un sólido núcleo, destacando, por ejemplo, la gran torre o los Apartamentos Borgia. A él, a Alejandro VI, le debemos lo que Susanne Schüller vino a llamar «la estabilización de la residencia papal en el Vaticano».
Hoy día estamos acostumbrados a la falsa idea de que los Papas medievales vivían en un lujoso palacio rodeado de espléndidas obras de arte, así como protegido de todo peligro externo, pero esto simplemente no es así. Fue Alejandro VI, al que podríamos considerar el primer Papa de la Modernidad, el que intentó y consiguió crear una residencia papal tanto hermosa y digna como segura y duradera, frente a esos pontífices medievales que, en algunas casos, pasaban más tiempo huyendo de sus enemigos que en la propia Roma; y que cuando sí que se encontraban en la ciudad, residían en Letrán, que no podía ser ni defendido ni fortificado. Así, el primero de los Papas renacentistas en residir en el Vaticano fue Nicolás V, pero por aquel entonces el lugar no era, ni de lejos, lo que es hoy. Fue Alejandro VI el primero en tomar la firme decisión de transformar el Vaticano en la residencia papal definitiva, emprendiendo una restauración total del mismo, aunque respetando por completo la tradición medieval.
Sala de los Santos en los Apartamentos Borgia [Fotografía de enroma.com]. (Roma, 2019)
Las salas del Vaticano que fueron destinadas a uso personal de Alejandro VI reciben el nombre de Apartamentos Borgia, pues el Papa llevó a cabo también aquí una intensa remodelación del entorno. Los programas pictóricos fueron encargados al italiano Bernardino di Betto di Biagio, más conocido como Pinturicchio, y se instaló en el mismo Vaticano un gran taller de escultura del que saldrían los magníficos frisos de mármol y estuco, los marcos de las puertas y las espléndidas chimeneas para los salones, al tiempo que Juan Borgia fundaba en Valencia una fábrica de azulejos para proveer a su padre de unas magníficas piezas de espléndidos dibujos y bellísimos colores para el pavimento, que sin embargo en la actualidad está formado por meras imitaciones de las magníficas piezas originales. También desde Valencia se envió a Roma terciopelo para la decoración de las estancias.
En cuanto al célebre castillo de Sant'Angelo, en 1492 se comenzó también a construir el camino que lo enlazaba con el Vaticano, que fue utilizado ya en 1495 cuando Alejandro VI se refugió en la fortificación huyendo de los franceses. En el siglo XV apenas quedaba en pie la cámara sepulcral de la antigua construcción, habiendo sido seriamente dañado durante el Gran Cisma, por lo que ahora se le proveyó de nuevas fortificaciones, pero se hizo deprisa y mal, y bastaron unos pocos cañonazos franceses para echar abajo el trabajo. Cuando estos se retiraron se emprendió de manera más concisa la restauración y fortificación de la fortaleza. Antonio Sangallo el Viejo construyó una nueva cubierta para la cámara sepulcral de Adriano; y la nueva vivienda papal, situada en la parte superior y mucho más iluminada y aireada, fue decorada por Pinturicchio.
Castillo de Sant'Angelo en Roma [Fotografía de en roma.com]. (Roma, s. a.)
Se construyó también una gran torre redonda, donde se situó la entrada principal del castillo y donde se realizaron una serie de pinturas que representaban a un humilde Carlos VIII de Francia a los pies del poderoso Alejandro VI, entre otras escenas que recalcaban la superioridad del pontífice sobre el monarca francés. Quizás estas pinturas tuvieron algo que ver con el derribo de la torre por parte del Papa Urbano VIII, gran amigo de los franceses, más de un siglo después, amparándose en otros motivos.
Con posterioridad se construyeron otros edificios de menor importancia (al menos en la actualidad) en Roma y en el territorio del Lacio. Así, Antonio Sangallo el Viejo construyó en los últimos años de Alejandro VI dos castillos en la Ciudad Eterna, uno al norte y otro al sur. Hubo muchas otras construcciones y renovaciones en la ciudad de Roma realizadas en esta época por Alejandro VI, al que debemos mucho más de lo que tendemos a pensar en la actualidad. No en vano, su idea en torno a la residencia papal en el Vaticano perdura de tal manera hasta nuestros días, que aun hoy la institución pontificia y el Vaticano forman, y formarán, un binomio inseparable.
BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA
Schüller-Piroli, S. (1991): Los Papas Borgia: Calixto III y Alejandro VI. Valencia: Edicions Alfons el Magnànim.
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