La siguiente entrada va a tener un carácter doble, pues va a ser desarrollada en dos partes, la primera en este blog y la segunda en el de nuestra compañera Paula, dedicado a Lucrecia Borgia. Como su título indica, la entrada va a estar dedicada a la política matrimonial de Alejandro VI, en la que sus hijos fueron peones en una serie de maniobras y manejos políticos encaminados a asegurar la soberanía del Papa sobre los Estados Pontificios y la Italia de la época, en el marco de la lucha por el equilibrio italiano.
La familia Borgia [Obra de Dante Gabriel Rossetti, siglo XIX]
Sin embargo, su política matrimonial también se vio encaminada a otros frentes, como es el caso de su hijo Juan, que recibió el testigo de su hermano Pedro Luis cuando este murió, heredando el ducado de Gandía y los títulos y posesiones de este. Con Pedro Luis se intuye ya la intención de Rodrigo, cuando aun era cardenal, de reforzar la posición de su Casa en su tierra de origen, España, pues consiguió que su primogénito fuera aceptado en la Corte de los Reyes Católicos, logrando además un compromiso matrimonial con una prima del rey Fernando, María Enríquez de Luna, hija del almirante de Castilla. Cuando Pedro Luis murió su hermano Juan tomó el testigo, heredando no sólo sus títulos nobiliarios y su patrimonio sino también el matrimonio concertado, desposándose con María Enríquez, de forma que el reforzamiento del linaje de los Borja en la Península Ibérica parecía asegurado, convirtiéndose estos en una de las Casas nobiliarias más importantes de la Península, ciertamente la principal del reino de Valencia.